Cuando Shinhachi regresa a casa después de tres años de servicio en la capital, el clan samurái se ve amenazado, hay un levantamiento y su prometida Chigusa es ahora la geisha del señor. Luego Shinhachi es sospechoso de haber traicionado al jefe del clan por venganza, aunque es leal hasta el sacrificio y se resiste a todas las peticiones del intrigante Sannosuke.
Este “Castillo del viento y las nubes” es un emocionante y temprano jidaigeki, o drama de época japonesa, y una película de samuráis. Un montón de juegos de espadas de artes marciales, o de flauta, según sea el caso, que suenan como una contraparte oriental de lo que gente como Douglas Fairbanks hacía con una espada y espacio para maniobrar en las cintas de espadachines de Hollywood. Lo mismo ocurre con el vengador solitario que regresa a casa a caballo, de manera similar a los westerns y que prefigura el trabajo de influencia estadounidense de Akira Kurosawa.
Dado lo populares que se han vuelto las artes marciales en el cine moderno, incluso en Occidente, este silente ambientado durante el período Edo parece bastante moderno. La imagen pasa de breves superposiciones surrealistas a tomas en primer plano con árboles, una máscara de pantalla ancha para una toma panorámica en la cima de una colina y un flashback enmarcado por una máscara circular. Más adelante habrá más árboles de este tipo en primer plano, así como tomas a través y enmarcadas por puertas. Cerca del final también destaca una composición iluminada por la luna y la toma de un camión corriendo. En comparación, todo el amor no correspondido y la inexplicable lealtad feudal del escenario apenas importan. Está restaurada y lleva hermosos virados.
(Stummfilmtage 2023, traducción y añadidos de Eddie Constanti)
